¿Libre como el viento?
Parámos en una escuela naval y aprovechamos todas sus comodidades. Cuando vimos que dormiríamos dos noches en camas y que nos podríamos duchar con agua caliente a más de uno se le escapó un lagrimón.
El sábado a la mañana me fui con Martín Urruty (Olé) y Roberto Berasategui (La Nación) al centro para llevar nuestra ropa al lavadero. Como debíamos esperar un par de horas para que la tuvieran lista, fuimos a recorrer algo de la ciudad.
El primer lugar donde nos detuvimos fue en una casa de camping a ver unas carpas y unas bolsas de dormir. Luego, cuando íbamos a buscar la ropa, estuvimos 20 minutos mirando zapatillas en una casa de deportes. Las que más llamaron nuestra atención fueron unas Puma de goma de color verde militar, uno de los tonos que predominan en la carrera...
Una de las cosas que más me emociono fue escuchar un poco de música. Es que hasta ese día lo único que oyeron mis oídos fue el sonido de los generadores y al periodista francés que da información sobre la carrera.
Pasado el mediodia volvimos al campamento a trabajar. Y antes que terminara la tarde ya estábamos en el Dakar nuevamente. "A las 21 se cierra la sala de prensa". "A las 4.15 tiene que llevar los bolsos a los micros". "A las 6 tenés que estar listo para irte en el helicóptero".
Fueron unas 12 horas de libertad (incluido las de sueno). Juro que las disfrutamos, pese a que no pudimos sacarnos de la cabeza el Dakar.
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