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El Dios del aire

Hoy cualquiera tiene la posibilidad de viajar en un avión, pero difícilmente se pueda subir a un Hércules de la Fuerza Aérea Argentina. Eso hicieron hoy unas 170 personas que salieron bien temprano de la base de El Palomar con rumbo a Santa Rosa, donde termina la primera etapa del Dakar 2009.

No hubo ni primera clase, ni clase turista. Tampoco azafata o asistente de abordo. Cada uno de los pasajeros tuvo que tomar su bolso, llevarlo hasta el avión y entregarlo a un encargado del depósito (una montonera de bolsos colocados y amarrados en la cola de la aeronave).

Después había que buscarse lugar. Y nada de butaca anatómica o algo por el estilo. Los 85 asientos, hecho con una malla resistente, estaban dispuestos en forma paralela al largo del avión en cuatro filas enfrentadas -dos de un lado y dos del otro- por lo que el viaje se hizo un tanto incómodo.

El motor de 4.508 shp es tan ruidoso que a cada uno de los pasajeros se le entregó un par de tapones para los oídos. Pese a que igual se escuchaba, la mayoría aprovechó para dormir un rato luego del cansancio provocado por los agotadores días previos. Igual la siesta corta: a una velocidad crucero de 600 km/h el viaje duró una hora y veinte minutos.

Los dos Hércules salieron de El Palomar con una diferencia de cinco minutos. Posteriormente, partieron dos Fokker F-28 adaptados para transportar a 45 personas cada uno (su capacidad es el doble).

Sin dudas, fue una linda experiencia para comenzar la jornada.

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